El poder de la constancia en las Artes Marciales
Cuando empecé a practicar espada, mi maestro me enseñó un solo movimiento y me tuvo toda la clase repitiéndolo una y otra vez, sin parar.
Obviamente, no hice mi tarea, y cuando llegué a la siguiente clase, mi maestro inspeccionó las palmas de mis manos y me dijo: «No hiciste la tarea», así que me tuvo de nuevo toda la clase haciendo el mismo corte, una y otra vez.
Antes de despedirnos ese día, mi maestro se acercó y me dijo:
«No entrenes artes marciales para aprender lo estético, cualquier tonto puede aprender a hacer malabares con un espada, pero se requiere verdadera disciplina y constancia, aprender a blandirla como un verdadero maestro, así que sacúdete la frustración y sigue practicando. De tarea vas a hacer otros 1000 cortes más».
Esta vez, lo que me dijo mi maestro «me picó el orgullo», así que volqué todo mi enojo en practicar los mil cortes, hasta que se me pelaron las manos.
Al otro día llegué al Dojo con la piel de las manos totalmente despellejadas, la carne se mostraba al rojo vivo. Mi maestro volvió a inspeccionar mis manos, y ésta vez complacido me enseño un nuevo movimiento, más sofisticado.
Hoy en día, con el paso de los años y recordando esta experiencia, me doy cuenta que ese día aprendí un principio que ha sido de vital importancia en mi vida, pues todas las cosas son parecidas…
Las cosas que realmente valen la pena en esta vida, son resultado de una gran constancia, de una enorme perseverancia, y del espíritu de practicar algo, una y otra vez, hasta que te sale perfecto, sin claudicar, y sin permitir que el dolor o la incomodidad te detengan.
No tengo palabras para agradecer a mi maestro, por haberme enseñado ese día, algo mucho más grande que simples movimientos de espada.